EL SEMÁFORO
Uno de los problemas recurrentes que nos
encontramos cuando trabajamos con niños impulsivos y/o hiperactivos es que no
son conscientes de su estado de activación y eso les conduce irremediablemente
al conflicto.
Esto es especialmente problemático en la escuela. Una
estrategia que empleamos a menudo y suele funcionar, es la técnica del
semáforo. La estrategia es simple: se trata de avisar al niño o grupo de
alumnos (proporcionarles feedback) cuando se están empezando a activar.
Imaginemos la siguiente situación:
Paco es un
niño de 8 años muy impulsivo e hiperactivo. Difícilmente aguanta quieto en su
sitio más de 5 minutos en clase. La maestra lo ha castigado sistemáticamente
pero el niño parece ya insensible al castigo. Tampoco sabe decirnos el motivo
que le impulsa a levantarse y, a veces, molestar a los compañeros con los que
acaba entrando en conflicto.
En este caso, la maestra, puede decirle al niño privadamente
que como no desea castigarle más y quiere ayudarle a controlarse, van a
establecer una especie de “pacto
secreto”: Voy a colocar en la pizarra (pared, panel u otro) un papel (o
cartulina cortada en redondo) que irá cambiando de color según como tu estés. Cuando
veas la verde es que todo va bien. Si ves la amarilla: ¡Precaución! debes tener
cuidado ya que eso indica que estás empezando a hacer cosas y estás en peligro
de llegar al castigo. Finalmente, si colocamos la roja, quiere decir que deberá
cumplir un correctivo al no conseguir controlarse.
El objetivo de la técnica del semáforo es
que el niño controle su impulsividad y no pueda llegar a comportamientos o
actitudes negativamente extremas, es decir, intentar modificar sus actitudes
para que su comportamiento no llegue a ser un problema a causa de su
impulsividad.
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